Por: Hetsen Aviléz
Periodista
A escasos 16 kilómetros al sur de Tegucigalpa, la capital de Honduras, justamente en el municipio de Santa Ana, se ubica un antiguo sitio arqueológico de origen precolombino, conocido hoy como las Cuevas de Ayasta, una serie de cuatro abrigos rocosos, donde fueron plasmados diferentes ejemplares de arte rupestre, específicamente petroglifos; incisiones en la piedra.
En Ayasta se pueden encontrar una gran variedad de estas representaciones, tanto de tipo; antropomorfo; figuras con formas humanas, zoomorfos; figuras con formas de animales, antropozoomorfas; figuras con elementos humanos y animales y figuras astromorfas; motivos con forma de cuerpos celestes. También se pueden identificar variedad de incisiones con trazos geométricos y abstractos.
El gran jaguar es parte de las obras de arte que embellecen el lugar.
También este lugar es considerado hoy en día, como uno de los sitios con mayor manifestación de arte rupestre en el país, una gran galería, destacada por sus magníficas representaciones sobre las paredes rocosas.
Figura antropomorfa, una de las que mejor se conserva de este sitio arqueológico.
Ayasta posiblemente sea uno de los primeros sitios de Francisco Morazán, donde se dejó registro físico del paso de estas personas, aquellos que posaron sus pies y caminaron por estos verdes valles y grandes montañas, ricas en flora y fauna, donde estos humanos que, en su afán de preservar su cosmovisión, confiaron en la inmortalidad de sus creencias, dejándola plasmada en lo más perdurable que pudieron conocer, estos abrigos rocosos.